top of page
WhatsApp Image 2021-09-28 at 13.13.46.jpeg

Eje de Historia y Teoría de la Arquitectura y de la Ciudad

Cyntia López Rueda

Enrique Ferreras Cid 

Sobre gustos, sí hay mucho escrito.
 

Para abordar la cuestión teórica en el campo arquitectónico es necesario apuntar el que el carácter de la disciplina trasciende únicamente la noción formal, y que la arquitectura podría categorizarse más bien, como “actividad intelectual”, minuciosamente pensada. 

 

Una lectura temporal nos remite a ‘De Architectura Libri Decem’ (Los Diez Libros de la Arquitectura) de Marco Vitruvio Polion como tratado más antiguo que servirá como base de todo debate teórico planteado en los siglos posteriores, con especial importancia en el periodo renacentista. Y será el Renacimiento la etapa que pondrá la teoría en el centro de la cuestión arquitectónica, sistematizando, re-interpretando y “actualizando” las ideas heredadas de Vitruvio. Si bien durante siglos, la triada Vitruviana fue el sustrato para el desarrollo teórico de la disciplina, a partir del siglo XIX será progresivamente desplazada por una historicidad que propiciará el auge de una visión estilística, basada en un catálogo formal.

 

La llegada del siglo XX, que traerá consigo la modernidad arquitectónica, será clave en la expansión de los límites del campo de la teoría, integrando criterios tanto técnicos como como sociales que culminarán en la superación definitiva de la estética como variable casi exclusiva, complementando (no reemplazando) los aspectos compositivos y enriqueciendo el panorama teórico.

 

La práctica profesional contemporánea y, en consecuencia, el aprendizaje de posturas y metodologías particulares, requieren de conocimiento previo, informado y crítico. El bagaje conceptual e ideológico es requisito indispensable para la libertad creativa, ya que contrario al pensamiento común, el conocimiento sobre teoría arquitectónica no limita la creatividad con normas estrictas e inamovibles, sino que inspira y hace posible la práctica al establecer alcances a la libertad, con significados culturales persistentes. En este sentido, utilizando las palabras de Campo Baeza:

 

“La intuición como instrumento de todo creador no es algo ciego, o brumoso, o difuso. Es destilación certera de profundos conocimientos. La intuición del arquitecto no es la de un hechicero de tribu que toma sus decisiones con arbitrariedad caprichosa envuelta en magia. Es más la del viejo médico que, conjugando sus enormes conocimientos y su larga experiencia, acierta con justeza en su diagnóstico”. (Campo Baeza,1998, p.14).

 

Es decir, la visión contemporánea de la arquitectura admite que la solución espacial a un problema, es un producto cultural que supera la racionalidad técnica, tolera y aprovecha como insumo importante, las ambigüedades de verdades opuestas. Por tanto, el arquitecto (más) libre, es el que reconoce la diversidad de pensamientos e ideologías a lo largo del tiempo y elige en función de su idoneidad para una situación determinada. El arquitecto libre es el que reconoce que el aspecto meramente práctico de la arquitectura mantiene su vigencia durante un período determinado, mientras que la búsqueda de significado cultural responde a procesos contextuales específicos que conservarán su interés indefinidamente.

 

Sin embargo, resultaría ciertamente injusto reducir la componente teórica a un aspecto instrumental subordinado al proceso proyectual, y por tanto parece pertinente hacer dos aclaraciones respecto a la teoría como corpus básico de la disciplina arquitectónica: la primera de ellas es que proyecto y teoría  se relacionan recíprocamente y cualquier intento de plantear una aparente división entre ellos conduce a una visión sesgada y reduccionista de ambos. La segunda, es que el componente teórico es parte central de la disciplina desde el Renacimiento, con valor intrínseco y por tanto es necesario resaltar su relevancia propia al margen de cualquier condición proyectual u objetual. La teoría es la base esencial que propicia el avance de la disciplina, otorgando los fundamentos básicos, en múltiples ocasiones décadas antes que el proyecto.


Como síntesis de las ideas anteriores, sirva como ejemplo la comparativa del proyecto de la Casa Moriyama de Ryue Nishizawa de 2005, cuya organización y estrategias hacen clara referencia a las categorías declaradas por Fumihiko Maki, en su artículo “Investigations in collective form” de 1964.

Fuente: Fernández Per, Mozas and Ollero, 2013, p. 332


En este sentido, las asignaturas que configuran el eje de Historia y Teoría de la Arquitectura y la Ciudad contribuyen al pensamiento crítico de los futuros profesionales, tomando en consideración los estrechos lazos de la historia y la teoría a lo largo del tiempo.  Si bien en el pasado, la historia de la arquitectura, manifestaba un carácter de registro cronológico; la malla académica de la UISEK promueve una visión holística, en la cual las soluciones espaciales no son elementos aislados, sino el resultado de la interrelación de procesos complejos e intrincados.  

 

Adicionalmente, la facultad promueve la visión conjunta de ambas disciplinas con un enfoque activo, atemporal y en perpetuo cambio, con resultados de aprendizaje enfocados en promover el pensamiento crítico y en adoptar posturas ideológicas definidas en el ejercicio de la profesión. La teoría, a través de estos procesos reflexivos, evita la tentación de subjetivizar la disciplina a través de juicios formalistas. Porque en contra de lo que tradicionalmente se dice, sobre “gustos” sí hay mucho escrito.
 

Referencias:

Campo Baeza, A., 1998. La idea construida. Madrid: Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid.

Evers, B. y Green, P., 2006. Teoría de la arquitectura. Köln: London.

Fernández Per, A., Mozas, J. and Ollero, Á., 2013. 10 historias sobre vivienda colectiva. Vitoria-Gasteiz: A+t architecture Publishers.

Hearn, F., 2006. Ideas que han configurado edificios. Barcelona: Gustavo Gili.

Till, J., 2009. Architecture depends. Cambridge, Mass.: MIT Press.

bottom of page